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A propósito del coronavirus. Parte II. La mirada económica.

A propósito del coronavirus. Parte II. La mirada económica.

Reflexiones en torno al coronavirus. Parte II: a vueltas con la sostenibilidad. La mirada económica.

Alberto Pardos. Médico. Director de Facilita®  Consultoría y del Programa de Facilitación y Liderazgo consciente 2020

Parte I AQUÍ.

Dibujo de portada Pascal Pineau.

 

La mirada sanitaria, no puede separarse de la económica y no sólo por que una sociedad equilibrada y sana provea de recursos suficientes a su sistema sanitario, sino por que la pobreza mata más que las enfermedades. Nuestro nivel socioeconómico condiciona nuestro lugar de residencia, nuestro código postal, es más importante para nuestra Salud que nuestro código genético: mueren más personas por pobreza que por enfermedades genéticas (a quienes obviamente también hay que atender). La esperanza de vida de los barrios ricos es varios años superior a la de los barrios pobres. En África, la diferencia entre ricos y pobres es abismal, puede llegar a ser el doble. Por otro lado, nuestros hábitos de vida determinan mucho más nuestra salud que el sistema sanitario, que por supuesto es necesario cuando estamos enfermosi.

 

La mirada mayoritaria del personal sanitario sobre la economía, se reduce casi a las condiciones laborales y al debate sobre la financiación del Sistema Nacional de Salud (porcentaje del PIB y debate privado versus público) y poco más. Por su lado, los economistas miran a la salud según su ideología. La visión dominante en Economía entiende a la salud como una “oportunidad de negocio” en la que se prestan los servicios que la sociedad demanda y que ayuda a mantener la “funcionalidad” del sistema económico. Desde enfoques más “socialdemócratas” el Estado tiene que ocuparse de la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud para que garantice el derecho a la atención sanitaria de la población. Desde este enfoque se lamentan por los recortes sobre la sanidad pública que ha quedado mermada para hacer frente a la crisis actual por el coronavirus.

 

Además del eje “Empresa/Estado”, existen otras maneras de abordar el ámbito económico que consiste en relacionarlo con el nivel de desarrollo de la consciencia individual y colectiva y que han sido propuestas por autores como Frederic Laloux (”reinventando las organizaciones”), Ken Wilber u Otto Scharmer (Teoría U). En el modelo de este último, el primer nivel correspondería a una sociedad autocrática en la que el Estado provee a la población lo que puede o quiere. Un segundo nivel, el sistema evoluciona y se adapta a las necesidades de los consumidores apareciendo el mercado capitalista. Este modelo es muy competitivo y los pequeños productores pueden pasar a un siguiente nivel (3), si se agrupan en cooperativas o redes en las cuáles se mira por el interés de toda su comunidad. Finalmente, hay un cuarto nivel en el que personas y empresas apuestan por una economía consciente que tenga en cuenta la totalidad del sistema, sin dañar a las personas más vulnerables, ni perjudicar a la naturaleza. En estos cuatro pasos se resume el proceso de pasar de los ego-sistemas (sistemas económicos basados en el ego y que creen en la “mano invisible” que hace que el mercado redistribuya) a los eco-sistemas: sistemas en los cuáles se tiene en cuenta la totalidad y la sociedad es responsable en su conjunto. 

 

Nuestro sistema económico actual tiene elementos de todas estas fases: elementos feudales de control estatal, elementos egoístas de explotación de las personas y de la naturaleza para beneficio de sí mismos, grupos colaborativos y redes de economía (las grandes empresas también se agrupan para aumentar sus beneficios) y finalmente, experiencias sanas y transformadoras que contribuyen a una economía cuidadora de las personas y el planeta.

 

Un ejemplo del nivel 2 es la visión de predominio o incluso asfixia desde la economía financiera a la economía productiva. Más del 97% del capital que circula en el mundo es especulativo, no tiene base real; si los propietarios de ese capital quisieran recuperar su liquidez al mismo tiempo, colapsarían la economía. En realidad, basta con que una persona con suficiente dinero, organice un ataque a una moneda soberana para hacer un gran daño al país atacado y generar suculentos ingresos como demostró George Soros apostando contra la Libra Esterlina. El endeudamiento excesivo de muchos países, en realidad es una cesión de soberanía. En nuestro país tenemos una triste historia de privatizaciones en el que se han “vendido a precio de saldo” empresas públicas rentables por cantidades muy inferiores a su valor de mercado en las que, como en toda mala gestión, siempre queda la sombra de la corrupción y de personas beneficiadas.

 

La concepción de que si no hay un estado fuerte no podemos defendernos de los abusos de las grandes empresas es una objeción teórica, suficiente antes de que algunas super-empresas alcanzaran las dimensiones estratosféricas actuales y que sus presupuestos superaran a los de muchos estados. Un Estado sin división de poderes se vuelve muy vulnerable a la corrupción y la arbitrariedad. Aquí dejamos algunos ejemplos de cómo el Estado, a pesar de sus discursos sociales, mayormente apoya a la dinámica extractiva hacia las grandes empresas y sus accionistas.

  • Las empresas cuando quiebran tienen una responsabilidad limitada al capital que han invertido. Un autónomo o particular si quiebra, responde con su patrimonio personal a la totalidad de las deudas. Crear una empresa es caro para un negocio modesto y fácil para un inversor solvente.

  • Los impuestos sobre los rendimientos del trabajo son siempre superiores a los impuestos sobre los rendimientos de la especulación financiera, esto hace que las personas con dinero tienen más posibilidades de prosperar que quienes tienen dificultades para acceder al crédito. 

  • Externalización. Las personas que plantan eucaliptos saben que tienen mucho más riesgo de incendio que los bosques autóctonos pero nadie contrata un seguro que costaría una fortuna, simplemente se externaliza ese riesgo hacia la sociedad que se ocupara de la extinción (bomberos) y hacia la naturaleza qué perderá su biodiversidad y se contaminará. 

  • Como ejemplo de abuso y “externalización” de los daños en el ámbito de la salud, tenemos los casos tristemente famosos de la Talidomida, en el que la empresa responsable de miles de malformaciones y muertes en todo el mundo pagó indemnizaciones a las personas afectadas en otros países, pero no a los afectados españoles. La responsabilidad social se sustituyó por buenos abogados, amables jueces y quizás traviesos maletines.

  • Este modelo económico tiene gran facilidad para generar lobbies en sectores industriales que “sugieren” el contenido de las leyes europeas de las cuáles suelen salir muy beneficiados. El TTIP es uno de los ejemplos de cesión de derechos desde las instituciones hacia el gran capital que perjudica seriamente a las sociedades afectadas. 

 

Si la Sociedad Civil es débil, los valores culturales son instrumentalizados por el Estado y por la Economía para beneficio propio. Se genera una mezcla en el que algunas empresas buscan “capturar al regulador” consiguiendo así de forma tramposa una enorme ventaja sobre sus competidores. Este “Capitalismo de amiguetes” es una vuelta de tuerca, en el que grupos de empresas y políticos de “puertas giratorias” se reparten la tarta. Esto sólo es posible que se dé si hay corrupción en la estructura del Estado. No es que haya que eliminar el Estado, sino que no es suficiente para equilibrar al poder económico si coexisten la corrupción institucional, mala praxis empresarial y una sociedad civil apática, seducida por las comodidades y entretenimientos huecos del mercado. Sobre el papel clave de la participación de la sociedad civil en esta crisis volveremos más adelante.

 

En el caso de los países desarrollados, el sistema sanitario está dentro de la economía y mueve ingentes cantidades de dinero, que no siempre van en la dirección de mejorar la salud colectiva. De hecho, las grandes farmacéuticas, al cotizar en bolsa, se exponen a los criterios de beneficios cortoplacistas de sus accionistas mayoritarios y a la “cultura” o estilo de negocio dominante. Los neoliberales creen que las farmacéuticas invierten mucho en investigación y que por eso, los precios de los productos que proveen deben generar suficiente retorno para que puedan mantener su labor investigadora. La realidad es bien distinta. La industria farmacéutica dedica sólo el 10% de su presupuesto a investigación, aprovechándose grandemente de la investigación pública, mientras que dedica el 30% a promoción. En este capítulo entran los sobornos que antes eran generalizados y ahora se focalizan más en las personas clave en la toma de decisiones de compra de fármacos o tecnologías (políticos, jefes...) o de liderazgo académico/mediático. Hace unos meses, la empresa fabricante de un medicamento útil para tratar la hepatitis C caía en bolsa ante la evidencia de que se estaban quedando sin pacientes potenciales, debido a que los habían ido curando y eso impedía nuevos contagios. Los beneficios de un avance médico no duran para siempre desde el punto de vista capitalista. El capitalismo mantiene su negocio si en vez de curar las enfermedades las vuelve crónicas y dependientes de fármacos patentados y caros aunque no siempre aporten muchas ventajas respecto a los fármacos previos; esto es especialmente sangrante en el caso del cáncer donde los nuevos tratamientos aprobados tienen unos precios arbitrarios y desorbitados que se comen una buena parte de los presupuestos sanitariosii. Esto lo podemos definir como la medicalización de la sociedad y mercantilización de la Salud.

 

A nivel mundial, la industria farmacéutica está sólo por detrás de la industria energética y de la industria militar en cuanto a volumen de “negocio”. No tiene nada de malo preguntarse ante una pandemia si hay alguien que gana, si va a perder mi enemigo (comercial, político, estratégico...) o si nos quieren vender algo más aparte de las mascarillas. El sistema todavíaiiifunciona así. 

 

En la gestión del coronavirus encontramos que este mismo modelo económico ha sido el causante de buena parte del caos. La fabricación de respiradores es un oligopolio que aprovecha su posición de ventaja actual, para agrandar sus beneficios como se describe en este esclarecedor artículoivv. Lo mismo ha ocurrido con los sobreprecios de mascarillas, pruebas de detección del SARS-CoV2, incluso en los entierros. También parte del mundo económico trata de hacer su agosto con la crisisvi. No es sólo la mala gestión del gobierno central y de las comunidades autónomas la responsable del desabastecimiento de material de protección que hace que el 15% de los afectados por coronavirus sea personal sanitario mal protegido, es que muchos países del planeta están compitiendo para conseguir estos productos de protección. Lo de que los sanitarios están mal protegidos es una opinión personal, la consejera valenciana de Sanidad, en un alarde de cinismo desmedido, considera que “Los sanitarios se han contagiado por hacer viajes o ver a sus familiares”. Una declaración para vomitar (y perdón nuevamente si estos términos no se utilizan en las webs profesionales).

 

En los últimos meses, este modelo de capitalismo “hiperfinanciarizado”, centrado en la energía fósil y depredador de la naturaleza entró en una nueva crisis y se veía venir una gran recesión en las próximas semanasvii. A este capitalismo le va bien la economía de guerra y del desastre. Todo vale para que haya movimiento en las bolsas y alimento para los especuladores, que no tienen escrúpulos en vampirizar la producción con cargo a las generaciones venideras. Esto se ha potenciado con la utilización de Inteligencia Artificial a la especulación bursátil, en la qué mejoran continuamente los algoritmos que más beneficios producen al especulador con independencia del daño que causen en el sistema global. Estos algoritmos están programados con los valores de la codicia. Esta es la antítesis de lo que podríamos llamar un referente sano para una Economía humana. En la vida económica se dan cita personas que tienen recursos económicos pero no siempre tienen proyectos viables y personas que tienen proyectos económicos pero les faltan recursos económicos. El encuentro entre estos dos elementos es lo que genera la creatividad, el progreso y el valor económico. También el encuentro entre productor y consumidor es generador de valor si es sano. El abuso por parte de los propietarios del capital hacia los proyectos (codicia) o hacia los consumidores hace que lo que debiera ser el ECO-sistema ECO-nómico sano sea un agregado EGO-ísta de actores económicos en lucha (de clases o de individuos). También puede haber abuso por parte de los consumidores, exigiendo precios cada vez más bajos que el productor no puede asumir, salvo aquellos que tienen mucho talento o quienes cobran ventaja explotando a otras personas o a la naturaleza. El apoyo mutuo, la fraternidad entre personas permite mantener vivo este espacio de encuentro humano lejos del intervencionismo estatal que paraliza el dinamismo económico o la cultura neoliberal que lo exacerba, desequilibrando el conjunto para beneficio de unos pocos y llevando a la pobreza y la marginalidad a sociedades enteras de las cuáles se extraen sus recursos naturales mediante apoyo a élites corruptas locales como ocurre en África.

 

El agotamiento de materias primas y de la energía barata impedía mantener las tasas de crecimiento que disminuyera el endeudamiento de los estados pues quedaba poco margen para la recuperación. A medida que sacar el petróleo se vuelve más caro y deja de ser un negocio lucrativo, la inversión huye y lo que se saca es poco más que la energía invertida en la extracción, lo que nos conduce a un escenario de escaso retorno y ralentización del dinamismo económico. Nos encaminábamos hacia un escenario de fuerte contracción económica y con estados hiper-endeudados (de ese tipo de deuda que nadie hasta ahora ha permitido que se audite).

 

El que haya coincidido esta crisis del coronavirus en este contexto, también hace alimentar sospechas de que ha podido ser provocada o al menos “distorsionada” para favorecer a los grupos de poder, lo cuál tiene cada vez más complejidad. Habrá grandes fortunas que quiebren, otras nuevas aparecerán en el mercado en torno a las demandas actuales (mascarillas, respiradores, fármacos...), pero la tendencia a la concentración de poder y el casino global, continuará. Al menos hasta ahora siempre salía reforzado de las crisis, incluso las provocadas por la propia codicia como la de 2008 de la cuál no habíamos terminado de salir completamente.

 

Hay otras condiciones estructurales que favorecen la propagación de la epidemiaviii. Nuestro sistema económico uniformiza los ecosistemas naturales por la fuerza, talando los bosques, generando monocultivos mantenidos con abundantes agroquímicos con su correspondiente contaminación del agua y del suelo, maltrato animal, hacinamiento humano, abuso (y resistencias) de antibióticos y un largo etcétera en el que podríamos añadir nuestro insano modo de vida occidental. Este ambiente “tóxico”se convierte en tragedia cuando aparece un nuevo patógeno que se propaga con las puertas abiertas por todo el planeta a través de la movilidad casi inmediata de los viajeros. A estas condiciones estructurales respecto a la relación con la naturaleza se suma la precariedad laboral: hay personas infectadas de SARS-CoV 2 que han tenido que seguir trabajando, por ejemplo como cajeras en supermercados por miedo a perder el trabajo. Hoy sabemos que la forma de contagio es máxima cuando se da en habitaciones cerradas con varias personas hablando. Este es un escenario que vemos en el transporte público y en los supermercados, es decir, estos casos precarios están multiplicando la epidemia. Hay personas cuyas condiciones de vulnerabilidad todavía son peores por qué vivían al día de pequeños recados. ¡La precariedad laboral mata, literalmente! 

 

Una economía, agricultura, ganadería,... de proximidad, disminuiría el impacto medioambiental significativamente a cambio de la módica contraprestación de acostumbrarnos a consumir principalmente alimentos de temporada. Hace unos meses hubiera parecido impensable, pero suena bien y quien sabe si después de este retiro-confinamiento, valoraremos las cosas de otra manera y nos abrimos a estas posibilidades más locales. 

 

En los últimos años han surgido “Nuevas Economías” en las que podríamos incluir a la Economía Social, la Economía del Bien Común, la Economía Circular, la Economía Colaborativa y otras que pretenden ser un avance hacia este tipo de responsabilidad social y medioambiental. Contamos ya con abundantes ejemplos positivos y esperanzadores de estos nuevos modelos a los que podríamos situar dentro del nivel 3 de la escala de Scharmer, incluso algunas en un nivel 4 más ecosistémico.

 

En la Economía Social se persigue un modelo centrado en las personas y no en el lucro. Tienen muchos años de experiencia y tejidos empresariales aceptablemente consolidados, pero sus profesionales son mayormente gente alternativa, por lo que no es fácil que personas, proyectos y empresas convencionales den el paso hacia la economía social. No todas las buenas prácticas se quedan en la Economía Social, hay muchas empresas que hacen las cosas muy bien en alguno o algunos campos de interés. El profesor austríaco Christian Felber desarrolló el modelo Economía del Bien Común en el que las buenas prácticas en el ámbito de la dignidad humana, el cuidado de la naturaleza, la sociedad, los trabajadores,... pudieran ser evaluados y sirvieran de orientación para las empresas y referencia para sus clientes. En nuestro país se viene trabajando con este modelo desde hace siete años a través de la Asociación Española para el Fomento de la Economía del Bien Común (EBC). Un modelo similar a la EBC que señala las buenas prácticas empresariales es el sello B corporation creado en EEUU y de gestión profesional.

En la Economía Circular pone el foco en los procesos que realizan las empresas en relación a la naturaleza, de una manera más ecosistémica, buscando minimizar su impacto negativo sobre el medio ambiente.

La Economía colaborativa busca la cooperación entre profesionales. Hay algunas empresas que fomentaban la cooperación y que se englobaban dentro de la economía colaborativa que se han crecido muchísmo y se han convertido en un capitalismo de plataforma (Uber, AirB&B, Blablacar,...) en el que el beneficio va casi exclusivamente al propietario de la plataforma. Todos estos modelos están relacionados entre sí de diversas formas, aunque todavía no han generado hasta ahora propuestas globales.

El modelo de la Economía Rosquilla (Doughnut Economics, Kate Raworth) establece un Marco con un límite interior que representa las necesidades humanas básicas que permiten una vida digna y el límite exterior que es el que permite la naturaleza sin destruirla. Es interesante porqué se entiende la economía desde un punto de vista de equilibrio, igual que en la salud indiviudal que no es lógico el crecimiento continuo y menos a costa de algún órgano concreto.

El problema de las Nuevas Economías es que en este momento tienen que “competir” en un entorno en el que las grandes empresas, además del beneficio de la economía de escala, tiene el apoyo más o menos explícito de nuestros bien “regados” legisladores, a muchos consumidores fieles y la experiencia de haber ganado en las competiciones previas. Si la conciencia mayoritaria es del nivel 2, resulta difícil poner en marcha iniciativas con responsabilidad social, de niveles 3 y 4. Ahora bien, esta crisis del coronavirus, va a permitir que muchas personas tomen cierta distancia de sus comportamientos subconscientes y puedan ver como sus acciones repercuten en el contexto global. Si ese cambio de consciencia se consolida, hay espacio para la esperanza. Con esta reflexión nos encaminamos hacia las soluciones, que ineludiblemente pasan por que ese nuevo caudal de consciencia individual y social sea capaz de percibirse a sí misma de manera sistémica y auto-organizarse. 

 

Continuará...

iLos determinantes de salud señalan el porcentaje de impacto que tienen la genética, el medio ambiente, el estilo de vida y el sistema sanitario (Parte I).

iiVer web No gracias. Abel Novoa sobre los nuevos antineoplásicos.

iiiTodavía, no es mi pretensión que siga siendo así. 

vIncluyo este artículo que recoge el punto de vista de la empresa comerciante, en la que trata de lavar su imagen culpando al gobierno. En realidad, lo patológico, lo disfuncional es el tipo de dinámicas que se dan ultracomplejas para conseguir un precio aceptable por las partes y que acaban perjudicando a la comunidad (o te sale muy caro o tardas mucho o las dos).

viittps://kaosenlared.net/carlos-taibo-nos-hallamos-ante-una-crisis-que-se-situa-en-la-antesala-del-colapso/?fbclid=IwAR3rs3-64fPHXB2X26W1Se9ckhZnxO0rTgdKA9wfLHa5lMI1NGnYQK-ozSY

viiihttps://www.soberaniaalimentaria.info/otros-documentos/debates/717-entrevista-rob-wallace?fbclid=IwAR3OeiEziIr4OnWuOWLPopIP_3ncBrmomW-DM-eWd_X-zwHXrDoQ66HQRLc

http://diariodetierra.com/la-histeria-interminable/

https://www.theguardian.com/world/2020/apr/08/amsterdam-doughnut-model-mend-post-coronavirus-economy

 

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