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Claves para el cambio personal, organizacional y/o social efectivos

PASOS PARA EL CAMBIO EFECTIVO

En tu vida personal, en las organizaciones en las que participas o en la sociedad, 
¿hay algo que te gustaría cambiar? ¿qué vas a hacer al respecto?

En nuestra vida cotidiana, descubrimos a menudo aspectos que nos gustaría mejorar, algunos son personales, otros son para las organizaciones en las que participamos o en la sociedad. 

A veces nos llega una comprensión súbita, “esto debería hacerlo de esta manera nueva” y ese cambio nos resulta más llevadero o tendrá mejores resultados. Probamos y queda establecida la mejora. 

En otras ocasiones, nuestros propósitos de mejora no pasan de quedarse en buenas intenciones. Incluso a veces, probamos repetidamente y cosechamos fracasos. Sobre la marcha, podemos asumir algunas mejoras sencillas, mientras que para algunos hábitos enquistados, mejoras profundas o cambios con otras personas, requerimos seguir unos pasos aceptablemente contrastados para llegar a buen puerto con nuestros propósitos.

Cada persona y cada situación es diferente y no necesariamente lo que a veces funciona sirve para otras. Con todo, podemos investigar qué tipos de mejora y cambio son realmente efectivos de manera arquetípica para que sean más fácilmente aplicables a cualquier contexto. Cuando has visto el título de este artículo y te has decidido a leerlo, ¿en qué cambio(s) estabas pensando? ¿cómo mejoraría tu vida si fueras capaz de realizar ese cambio?¿qué inconvenientes tiene seguir con la situación actual?¿qué necesitas para realizar ese cambio?¿esa mejora es lo suficientemente exigente como para necesitar un guión o unas pautas fiables?

Si tu problema es sencillo, no es mala estrategia comenzar por abordar aquello que más nos molesta. 

Si son muchas cosas o estar interconectadas, mejor seguir unas pautas.

1El primer paso en un proceso de cambio o mejora personal, organizacional y/o social es observar el problema. A menudo, nuestra forma de observar, nuestras creencias y prejuicios o la forma en como pensamos (relacionamos unas ideas con otras) forman parte del entramado del problema y de que no hayamos encontrado la solución. ¿De qué otras formas podría mirar mi problema?¿qué dice la gente de mi entorno sobre el tema?¿hay quién ve el asunto de forma significativamente distinta a la mía? Observar, observar, observar con Mente Abierta es el primer paso para encontrar la solución.

2Decía al comienzo que a veces nos llega una comprensión súbita y nos resulta fácil el cambio. Esa comprensión, suele surgir después de un tiempo de padecer la situación que queríamos superar. Si después de la observación inicial, queremos encontrar la solución al problema, haríamos bien en retirarnos a un lugar tranquilo y esperar que nos surja la solución. En nuestro entorno occidental, no estamos acostumbrados a sostener el vacío, la incertidumbre, y solemos agarrarnos al pensamiento asociativo o a cualquier solución apresurada. Muchas profesiones como los artistas, los arquitectos, los médicos tienen que aprender a enfrentarse al lienzo en blanco o a la “tensión diagnóstica” (no saber por donde orientar un paciente complejo). En cualquier caso, en la Historia de la Ciencia ,muchos descubrimientos han surgido tras una etapa de análisis, cuando los investigadores han “desconectado” del objeto de estudio. Surge así la comprensión intuitiva de por donde avanzar. En nuestro guión, una vez analizado el problema, convendría retirarnos a un lugar en el que pudiéramos desconectar del problema: a la naturaleza, a un lugar de retiro o meditación...

3Finalmente exploramos esa intuición, esa voluntad de acción concreta que nos ha surgido y tratamos de ponerla en marcha de manera sencilla a través de un proyecto preliminar o prototipo. De esta manera, comprobamos en la realidad, la útilidad práctica de nuestras intuiciones y las vamos corrigiendo con lo que nos va dictando la experiencia.

Este guión básico (observar-observar-observar/ retirarse a reflexionar/ intuir-actuar) se puede desarrollar más según la profundidad de cada caso.

¿Quiero actuar sobre el síntoma que me molesta o sobre la causa?

Decía Albert Einstein que no se puede resolver un problema desde el mismo nivel de conciencia que lo ha generado. Tanto a nivel individual como colectivo, ver el problema en su contexto nos puede ayudar a encontrar la clave. Saber desde donde actuamos, es clave para resolver situaciones difíciles.A nivel individual, por ejemplo, desde un estado de nerviosismo y ansiedad sentimos que necesitamos fumar, beber alcohol, tomar chocolate... Una vez más relajados, podemos sentirnos culpables, hasta que al tiempo, otra vez nos parezca más importante nuestra necesidad que la culpa. Estos hábitos arraigados suelen requerir una estrategia, incluso frecuentemente acompañamiento profesional.

Prochaska y Di Clemente identificaron las etapas del cambio: precontemplativa, contemplativa, preparativa, de acción, mantenimiento y salida definitiva o recaída. La estrategia a seguir difiere significativamente en cada una de estas etapas en los procesos de deshabituación tabáquica, cambio de hábitos...Son elementos habituales, ponerse una fecha de inicio, buscar otras personas que apoyen, reducir la ansiedad y buscar recursos alternativos cuando esta aparezca para evitar el consumo de tabaco. Una vez llegada la fecha, la estrategia cambia, hay que estar pendiente de la tentación de que “por fumar un sólo cigarro no pasa nada”, por que la experiencia dice que una vez consumido un primer cigarro, lo más frecuente es fumar otros hasta volver a la situación previa.

Sin llegar al extremo de los hábitos insanos, a menudo nos gustaría dedicar más o menos tiempo a algunas actividades y la inercia, nos lo dificulta. Unos pequeños compromisos pueden ser suficientes y aquí la clave está en soltar algo para que pueda entrar lo nuevo. Si estamos apegados a una emoción como la dependencia, el rencor, el victimismo, la prisa, será difícil que aparezca la serenidad, el aprecio, la confianza en la vida...

Si lo que perseguimos es un cambio social o de alguna organización en la que participo, el guión inicial hay que añadirle la conformación de un grupo con el que co-iniciar el proceso. Juntarnos cn otras personas que compartan nuestros propósitos, nos permitiría hacer colectivamente la fase de observación-observación-observación.

Igualmente, después de conformar el proyecto preliminar o prototipo, habría que confluir con otros prototipos o proyectos para tener mayor capacidad para abarcar la situación desde un punto de vista más holístico, más global.

A veces no tenemos un sólo problema o una prioridad y puede resultarnos útil alguna de las herramientas del coaching o la facilitación de procesos para indagar. A nivel individual es útil la rueda de la vida que se utiliza mucho en el coaching. En una rueda representamos varios ejes con aquellas áreas de interés que queremos valorar: salud, economía, trabajo, familia, ocio, desarrollo personal... Puntuamos cada uno de estos apartados y observamos en que medida son de la misma longitud y confirman una imagen global armoniosa. También podemos analizar individualmente nuestro ROLA (Recursos, Oportunidades, Limitaciones y Amenazas) o colectivamente el DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades). A partir de estos y otros diagnósticos como el “árbol de problemas” o la “espina de ishikawa” se pueden ir encontrando aquellas cuestiones relevantes que nos daría un mayor esplendor, con un menor esfuerzo.

La última cuestión relevante es cómo poner en marcha el proceso de cambio. Quienes nos dedicamos a la facilitación, cuando hacemos la técnica de “lluvia de ideas” separamos claramente la fase creativa de la fase analítica por un motivo importante: las funciones mentales de la creatividad y el juicio se inhiben recíprocamente. Si las hacemos a la vez, ni somos creativos, ni nuestros análisis son cuidadosos. Mejor hacer una detrás de otra. Igualmente si queremos hacer un proceso de cambio, una parte es preparar y seguir unos pasos metodológicamente contrastados y otra parte es llenar de contenido esos pasos. Una vez en marcha, es frecuente cuestionar si la metodología elegida es adecuada a la vez que estamos en medio de los pasos, lo cuál suele generar complejidad y bloqueos.
Por ello, es reconfortante y coste-efectivo, que según su complejidad, un coach, terapeuta o facilitador nos acompañe en los procesos personales de cambio. Igualmente conveniente es que un facilitador experimentado nos acompañe en cualquier tipo de proceso colectivo. Los participantes lo agradecerán. Los responsables, también.
 

¡¡¡Mucha fuerza con vuestros procesos de cambio y transformación!!!

 

Modificado por última vez enJueves, 25 Agosto 2016 14:28
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