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El 15M y la evolución de la consciencia

El 15M y la evolución de la consciencia.

Puede ver más abajo el artículo original publicado en el muro de Facebook el lunes 16 de mayo. Esta es una versión extendida más explicativa a petición de algunos lectores.

 

El 15 de mayo de 2011, ayer hizo once años, comenzó un proceso ciudadano en España, sorprendente y esperanzador. De repente, caímos colectivamente en la cuenta de que como sociedad caminábamos en la dirección equivocada: nos habíamos instalado en la comodidad mientras dejábamos que otros generaran unas condiciones políticas y económicas al servicio de sus propios intereses y en contra de la mayoría. Pero estábamos dispuestos a enmendar nuestro rumbo común. Fue como un insight, una comprensión súbita que nos podía servir para tomar las riendas de nuestras vidas como sociedad.

El caso es que el 15 de Mayo de 2011, la Sociedad Civil española de manera transversal, contundente y diversa expresó que “No somos mercancía en manos de banqueros y políticos”. Durante algunos días, las calles y las plazas de las principales ciudades españolas se llenaron de una actividad nueva cargada de futuro: las conversaciones ciudadanas espontáneas en torno a los temas relevantes para la propia ciudadanía. 

La diversidad de estilos de funcionamiento era también su principal desafío entre la frescura y la inexperiencia. A la vez, se convirtió en una fuente de tensión entre personas por ejemplo de ideología comunista que preferían votar para avanzar de manera práctica en las decisiones frente a otras personas por ejemplo anarquistas, que preferían debatir hasta llegar a acuerdos que integraran todas las voces. Aunque comunistas y anarquistas comparten su sensibilidad por lo social, hay una diferencia que ha tomado mayor protagonismo en los últimos años y es su diametralmente opuestas concepciones del papel del Estado. El comunismo apuesta por un Estado fuerte que defienda a la sociedad de los excesos de los grandes poderes económicos mientras que el anarquismo propone un modelo de participación ciudadana activa que evite los excesos de esos grandes poderes económicos pero que también nos proteja de los excesos de los propios Estados. En la guerra civil española, a pesar de estar en el mismo bando, no faltaron luchas entre comunistas y anarquistas por sus diferentes objetivos y también por su distinta manera de hacer las cosas. En las plazas del 15M se produjeron largos debates acerca de cuál debería ser la forma de funcionamiento entre un gran espectro que tiene en sus extremos la votación y el consenso. Cada grupo fue encontrando su propia manera de funcionar aunque también es cierto que con todos esos debates preliminares se fue perdiendo mucha gente valiosa por el camino.

En algunas ciudades, la facilitación de procesos grupales pudo ayudar a generar diálogos respetuosos y productivos. Sin embargo, en conjunto nos faltaron algunas claves como facilitadores y como sociedad para volver a la experiencia de la “presencia colectiva y de encuentro” que había surgido de manera espontanea y que no sabíamos como volver a activar cuando aparecían las dinámicas de lucha por el poder típicas de las relaciones grupales. El movimiento fue pasando de la primera etapa de la evolución de los grupos, la del enamoramiento, a la segunda, la del conflicto, antes de focalizarse en acciones concretas. 

En ese momento, a falta de un conocimiento general de los marcos teóricos que describen la evolución de la consciencia social de Ken Wilber, Otto Scharmer, F. Laloux y de la “Triformación Social”, este fenómeno de “despertar consciente” grupal fue interpretado en clave política y no como evolución cultural-espiritual. Salvando todas las distancias, esta interpretación reduccionista es cómo si se valorara el cristianismo primitivo por los resultados políticos para expulsar a los romanos del territorio ocupado y no en todas sus dimensiones.

El movimiento 15M fue mal interpretado y por ello percibido como una amenaza por los sectores más reaccionarios de todo el espectro político, económico y mediático, así es que no tardó en recibir ataques desde dentro y desde fuera que se sumaron a la propia dificultad de articular un movimiento de esas características dentro del ámbito de la Sociedad Civil. Esa dificultad de articulación, hizo que el movimiento fuera perdiendo fuelle y que algunas personas trataran de aprovecharlo para la acción política partidista. Probablemente de manera bien intencionada. 

El caso es que mientras el 15M estuvo activo dentro del ámbito de la Sociedad Civil, de manera horizontal y diversa, el trabajo realizado en el movimiento servía para poner encima de la mesa pública unos temas de interés ciudadano y marcar unas lineas rojas a los excesos en el ámbito de la Economía y en el ámbito de la Política institucionalizada. Pero su impulso inicial, plural y diverso fue decayendo conforme iban activándose los viejos clichés de la política y el poder. En origen, el 15M no era de izquierdas ni de derechas, pero la mayor costumbre e interés en la participación de la gente de izquierdas hizo que pronto las personas de derechas se vieran ajenos y dejaran el movimiento como lo hicieron después la mayoría de los autónomos, pensionistas, cristianos, incluso trabajadores precarios con poco tiempo quedando al final algunos grupos (comunistas, anarquistas, feministas y ecologistas) que si bien no eran mayoritarios en la sociedad, sí fueron los más activos y entusiastas en colocar sus idearios al frente del movimiento. Con el tiempo, se formaron una miríada de partidos y listas electorales que concurrieron a las elecciones europeas de 2012. No todas estas listas tuvieron el mismo acierto y apoyo mediático. “Curiosamente” los medios de comunicación de la derecha auparon a un líder de la izquierda que asustaba a su electorado con la intención de que se movilizaran en las votaciones aunque fuera por el miedo a los “comunistas”. Los buenos comunicadores de los platós televisivos aprendieron las bondades de las encuestas y junto a sus propias ideologías se presentaron en las plazas de las ciudades como la única manera de luchar por el poder político estatal. Este formato aparentemente “práctico” hizo que las personas que habían estado participando para comprender colaborativamente los intrincados problemas sociales dejaran de ser necesarios y quedaron como elementos decorativos frente al poderío que representaban los nuevos Aparatos del nuevo partido. De esta manera, se completó el fenómeno de la “inversión”, es decir, cuando los que se decían herederos del 15M entraron en la política institucional nacional tuvieron que adaptarse a los hábitos y costumbres de este ámbito: la diversidad y riqueza cultural que animaba al movimiento en el ámbito de la Sociedad Civil fue reemplazada por los cálculos de poder propios del ámbito político partidista. Como terrible efecto secundario, el papel equilibrador de la Sociedad Civil desapareció, las calles se vaciaron y con ello, las esperanzas en una regeneración democrática, económica y social. Gran parte del activismo social pasó al juego de la política o cayó en la desesperanza.

La dinámica due diferente en el caso de las elecciones municipales de 2014 donde se recuperó el espíritu de diálogo entre distintas sensibilidades políticas, aunque desgraciadamente sólo para la izquierda. La derecha, que es votada por casi la mitad de la población, desaprovechó los nuevos valores de la participación (aunque muchas de estas herramientas se utilizan habitualmente en las empresas). Algunos grupos aprovecharon el “músculo” del diálogo cultivado en las plazas durante el 15M y consiguieron juntarse en candidaturas que en varios casos muy relevantes alcanzaron las alcaldías de grandes ciudades españolas. Coincide que en esas ciudades que tuvieron facilitadores que acompañaban las deliberaciones llegaron a acuerdos exitosos frente a otras ciudades que no fueron capaces de generar el entendimiento mínimo para concurrir en listas conjuntas y se quedaron en la oposición. La facilitación grupal fue una gran ayuda, aunque se le podía haber sacado mucho más provecho. El impulso de la participación y el diálogo que fue universal en el 15M quedó limitado a algunas formaciones políticas, lo que supuso el ataque frontal del resto de formaciones que se enrocaron en sus modos de funcionamiento previos. Incluso en el ámbito del centro político, se produjo el “reemplazo” de un partido con espacios consolidados de participación (UpyD) a un partido con un funcionamiento interno mucho más clásico y convencional (Ciudadanos). Este “recambio” respondió a factores externos más que a la dinámica interna.

Los grandes intereses económicos y políticos vieron la necesidad de “domesticar” a la Sociedad Civil con grandes donaciones/subvenciones que fueron a parar a asociaciones, sindicatos, organizaciones sociales y también a unos medios de comunicación totalmente vendidos que tomaron el relevo en marcar de manera arrolladora la nueva cultura, más bien “doctrina”, de lo “políticamente correcto”, de lo que el Establishment permite como aceptable sin ser censurado o atacado. La desaparición “de facto” de la Sociedad Civil ha permitido la cada vez mayor hibridación entre los grandes intereses económicos y políticos globales en detrimento de las necesidades ciudadanas y de la diversidad cultural en sentido amplio y es una amenaza gigante a la democracia. Hoy en día, los políticos ejecutan sin apenas resistencia ni debate, aquellas acciones que han sido “vendidas” a través de los medios de comunicación masiva, propiedad de los grandes lobbies económicos internacionales reunidos y articulados eficientemente a través de selectos grupos de poder no democráticos como el Foro Económico Mundial (Davos) presidido por Klaus Schawb que en su libro “El gran reseteo” describe una hoja de ruta deshumanizadora y que se va implantado mientras la despistada ciudadanía debate apasionadamente sobre los resultados futbolísticos o de Eurovisión. 

Atrás queda la batalla ciudadana ganada en Seattle por la Sociedad Civil frente a los intereses de las grandes corporaciones y de la Organización Mundial de Comercio. Por delante, un gran desafío para la conciencia humana, la convivencia pacífica y la supervivencia del planeta. A pesar de los grandes poderes globales, en nuestras manos, en nuestros corazones y en nuestras mentes está recuperar un destino social participativo, sostenible y humanamente saludable.

 

Versión reducida:

El 15 de mayo de 2011, ayer hizo once años, comenzó un proceso ciudadano en España, sorprendente y esperanzador. La Sociedad Civil señaló de manera transversal, diversa y contundente que “No somos mercancía en manos de banqueros y políticos”. Esa diversidad de estilos de funcionamiento era también su principal desafío entre la frescura y la inexperiencia. En algunas ciudades, la facilitación de procesos grupales pudo ayudar a generar diálogos respetuosos y productivos.
El movimiento era percibido como una amenaza por los sectores más reaccionarios de todo el espectro político, económico y mediático, así es que no tardó en recibir ataques desde dentro y desde fuera que se sumaron a la propia dificultad de articular un movimiento de esas características dentro del ámbito de la Sociedad Civil. Esa dificultad de articulación, hizo que el movimiento fuera perdiendo fuelle y que algunas personas trataran de aprovecharlo para la acción política partidista. Probablemente de manera bien intencionada.
El caso es que mientras el 15M estuvo activo dentro del ámbito de la Sociedad Civil, el trabajo realizado en el movimiento servía para poner en la mesa pública unos temas y marcar unas lineas rojas al ámbito de la Economía y al ámbito de la Política. Pero su impulso plural y diverso fue decayendo conforme iban activándose los viejos clichés de la política. El 15M inicial no era de izquierdas ni de derechas, pero la mayor costumbre e interés en la participación de la gente de izquierdas hizo que pronto las personas de derechas se vieran ajenos y dejaran el movimiento como lo hicieron después la mayoría de los autónomos, los cristianos,... quedando al final algunos grupos (comunistas, anarquistas, feministas y ecologistas) que si bien no fueron mayoritarios en la sociedad, eran los más activos y entusiastas en colocar sus idearios al frente del movimiento.
Finalmente, cuando los que se decían herederos del 15M entraron en la política institucional tuvieron que adaptarse a los hábitos y costumbres de este ámbito: la diversidad y riqueza cultural que animaba al movimiento en el ámbito de la Sociedad Civil fue reemplazada por los cálculos de poder propios del ámbito político. Como terrible efecto secundario, el papel equilibrador de la Sociedad Civil desapareció, las calles se vaciaron y con ello, las esperanzas en una regeneración democrática, económica y social. Gran parte del activismo social pasó al juego de la política.
Los grandes intereses económicos y políticos vieron la necesidad de “domesticar” a la Sociedad Civil con grandes donaciones/subvenciones que fueron a parar a asociaciones, sindicatos, organizaciones sociales y también a unos medios de comunicación totalmente vendidos que tomaron el relevo en marcar de manera arrolladora la nueva cultura de lo “políticamente correcto”, de lo que el Establishment permite como aceptable sin ser censurado o atacado. La desaparición “de facto” de la Sociedad Civil ha permitido la cada vez mayor hibridación entre los grandes intereses económicos y políticos globales en detrimento de las necesidades ciudadanas y de la diversidad cultural en sentido amplio y es una amenaza gigante a la democracia.
Atrás queda la batalla ciudadana ganada en Seattle frente a los intereses de las grandes corporaciones. Por delante, un gran desafío para la conciencia humana, la convivencia pacífica y la supervivencia del planeta. A pesar de los grandes poderes globales, en nuestras manos, en nuestros corazones y en nuestras mentes está recuperar un destino social participativo, sostenible y humanamente saludable.
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